LA PEÑUELA, EL CARMELO Y EL FRAILE ANDARIEGO


No hay devoción y fervor mayor para un carolinense que el culto al Doctor Místico, al Frailecico de La Peñuela, como siempre me ha gustado llamarlo. Y es que San Juan de la Cruz ha sido y es aliento para cientos de familias carolinenses que no se resignan a olvidar el paso del poeta por nuestras tierra y la huella que dejó en ella y que perdura aún sin cesar en este rincón fronterizo entre Castilla y el sur de España. Tanto es así, que la misma bandera representativa de nuestra Ciudad es de color marrón carmelita, en honor al hábito de nuestro patrón. 1


UN LUGAR LLAMADO LA PEÑUELA


Al norte de la provincia de Jaén existe un amplio territorio que durante años ha estado desligado del devenir del resto de la tierra del ronquio. La zona a la que nos referimos, ha sido desde la noche de los tiempos lugar de asentamiento y paso obligado en el tránsito por la Oretania primero, a través del conocido Saltus Castulonensis, y de Castilla a Andalucía y viceversa más tarde, por diferentes pasos que salvaban el muro de Sierra Morena. Entre medias, la gran cruzada organizada por Alfonso VIII en 1212, que no solo penetro por aquí sino que, el acto final, la gran batalla, se decidió por estos pagos.


Hasta que los ilustrados de Carlos III no deciden acabar con el enquistado bandidaje de la zona, mediante el despliegue de su Utopía en forma de Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, una penumbra histórica acompaña al territorio, tanto en documentación escrita, como en transmisión oral. Por ello, el conocimiento del terreno y la toponimia, son las pocas herramientas útiles que nos quedan para intentar vislumbrar algo de la historia de la zona que nos ocupa: La Peñuela. Solo escuchando el vocablo “Peñuela”, se puede intuir a que nos referimos, sin embargo, la RAE no lo pone fácil, no contempla dicha acepción en la actualidad. Puede que se trate de una derivación lingüística o puede que la palabra se usara en la antigüedad, habiendo quedado en desuso. Rebuscando sin embargo en el "metaverso", he podido encontrar algunas definiciones informales, acordes con lo que intuimos sobre el terreno.


1. Acepción en desuso. Diminutivo de peña (roca o piedra tal cual como están en la naturaleza).
2. Acepción anticuada. Dehesa; bosque formado por encinas, alcornoques u otras especies, con estrato inferior de pastizales o matorrales.
3. Nombre propio empleado en apellidos, nombres de ríos, pueblos y municipios en España, Chile, Puerto Rico y México (ej. Marquesado de La Peñuela).
(Fuente: https://www.definiciones-de.com)

Aquellos que conozcan medianamente el entorno actual de La Carolina, donde se ubicó el lugar conocido como desierto de La Peñuela, sabe que peñas de mediano tamaño hay pocas, como bien explica Carlos Sánchez 2; y añade, los afloramientos aparecen más al norte. Puede que la segunda acepción, estuviera en uso por entonces, pero podríamos pensar razonablemente que, a tenor de lo extensa que es Sierra Morena, habría muchas Peñuelas esparcidas por la zona. Por tanto, siendo fieles al término, cabe una tercera posibilidad que apuntan tanto el mencionado Carlos Sánchez, como la historiadora Águeda Castellano 3, se basa en un interesantísimo estudio en el que se sugiere que el bautismo recibido por aquella comarca fuera por otro tipo de peñas y puestas allí a propósito.


.../este nombre (La Peñuela) con el que se designaba a nuestra localidad en el siglo XVI, sino desde antes, hasta los primeros años de su fundación, parece evidenciar un lugar con restos de casas medio arruinadas donde destacan los muros de la antigua Tolosa y la fundición romana de Fuente Spy...

La existencia, por tanto, de peñas en la zona, fue lo que dio nombre a La Peñuela, pero estas no debían ser afloramientos naturales, sino restos de lo que anteriormente se conoció con el nombre de Tolosa. Ello afirmaría la razón del porqué la célebre batalla librada en las proximidades tomó ese nombre, única referencia, por entonces, existente en el entorno. La primera noticia escrita que tenemos sobre ello corresponde precisamente a 1212, cuando al tercer día de la batalla de las Navas se dice "/... tomaron los Reyes a Bilches e a Bannos e a Castro Ferrat e a Tolosa..." haciendo referencia a núcleos poblados de los alrededores del lugar de la batalla. Probablemente, en la línea del tiempo, la población no tuvo mucho recorrido debido a las duras condiciones del terreno, pero allí quedaron esparcidas las ruinas que dieron lugar al topónimo que nos ocupa. Por tanto, si seguimos esta línea, concluimos que La Carolina se conforma donde anteriormente fue La Peñuela, y esta donde se ubicó Tolosa.


¿Tolosa? ¿Cuando? ¿Como? y ¿Por qué? surge. Es asombroso y apasionante para quienes tengan interés en esta breve pincelada de la historia, tan carente de documentación, poder leer y compartir el vehemente estudio empírico realizado por los investigadores locales empeñados por poner su cuna natal en el mundo. A las incontestables aportaciones realizadas por Carlos Sánchez, se une la pieza del puzle perdida en el tiempo, seguramente encontrada por Águeda Castellano y publicada en su sorprendente documento, que puede explicar la razón por la que el lugar tomo tan inusual nombre y, consecuentemente, la célebre batalla vino a denominarse de las Navas de Tolosa y que ya concluimos más arriba que es tan simple como que en 1212 se encontraba o había existido recientemente en aquél inhóspito lugar un núcleo poblacional conocido por Tolosa, tan distante de otros lugares con la misma toponimia.


La clave se encuentra en la Historia Eclesiástica de Jaén, escrita en 1634 por Francisco Rus Puerta 4 y en la que se narra como a San Amancio, último Obispo de Cástulo ( o Cazlona), bajo el reinado de Recesvinto, por el año 660, se le atribuye la destrucción de la ciudad por el grado de decadencia a la que había llegado, propiciando el traslado de la Diócesis a la ciudad de Baeza, y la supuesta marcha de este y de una parte de la población, fervorosamente creyente, a un lugar cercano donde reiniciar una comunidad más pura. Teniendo en cuenta el origen de Aquitania de San Amando, puede explicar el nombre de Tolosa por sí solo. Esta denominación, con mayor o menor trascendencia poblacional, estaría aún vigente cuando los Reyes Cristianos y su Santa Cruzada desfilaron victoriosamente por la zona.


De otra parte, Carlos Sánchez, estudiando la fundación colonial de la época ilustrada, encuentra un texto en el que se menciona que en el lugar de La Peñuela, se ubicó una plaza fuerte y que, por motivos de luchas vecinales, se demolió y mandó despoblar en 1473, lo que explicaría rotundamente el remplazo de Tolosa por el de La Peñuela en base a las ruinas que allí quedaron esparcidas. El lugar, ya es conocido en el siglo XV por La Peñuela y queda, a pesar de los deslindes sufridos entre Baeza, Baños de la Encina y Linares, bajo la jurisdicción de la primera, al menos hasta la instauración del Fuero de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena por Carlos III.


FRAILES EN LA PEÑUELA


En este inhóspito lugar del desierto de La Peñuela, cercano a donde se celebró la decisiva contienda para la supervivencia de la cristiandad en la península ibérica, frecuentado por truhanes y buscavidas, transitado por viajeros de Castilla a Andalucía, importante nudo de comunicaciones, elegido tiempo después para desarrollar el proyecto de Nuevas Poblaciones situando a La Carolina como capital de las mismas, es justo donde nuestro personaje, el frailecico andariego recaló tras la penuria sufrida en su encarcelamiento en Toledo y posterior encargo por la incipiente congregación disidente Carmelita Descalza, de dirigir otro desierto, el convento de El Calvario.


Pocos años antes de que San Juan llegara a la Peñuela, encontrándose el lugar bajo administración baezana, enviuda D. Alonso Sánchez Chacón, hijo del comendador de Caravaca 5, desolado por el acontecimiento sobrevenido, decide retirarse en 1565, junto a su criado y algunos paisanos a una propiedad que conservaba en el desierto de La Peñuela, adoptando un modo de vida eremítico. Construyen una pequeña casita donde alojarse y, según se recoge en varias fuentes, el padre Núñez Marcelo, los asiste espiritualmente los días festivos. Por cuestiones hereditarias, D. Alonso debe abandonar su retiro y regresar a Baeza. Preocupado porque lo que había iniciado tuviera continuidad, dona la finca a un discípulo de Juan de Ávila, D. Alfonso de Coca en 1567, el cual acomete mejoras y parece ser el promotor del oratorio primitivo, germen de la actual ermita, con la continuada colaboración del padre Núñez Marcelo, quién negocia en Baeza nuevos terrenos para el proyecto en 1572. Al poco tiempo, el 29 de junio de 1573, ocho años después de que se constituyera la comunidad eremítica, toman el hábito del Carmelo y comienzan a celebrar actos religiosos en el pequeño oratorio, este es el origen del llamado Monasterio de Jesús María del Monte que dirigiría Fray Gabriel de la Peñuela, natural de la zona y que, más tarde, adoptaría el nombre de Fray Gabriel de la Concepción. En 1576, reciben la visita del padre Gracián, visitador de la Orden, encontrando el lugar en situación de hacinamiento e insalubridad, por lo que decide el traslado a un nuevo convento fundado lejos de allí, en términos por entonces de Beas de Segura 6 7. Así pues, la casualidad favorece que exista un nexo de unión entre La Peñuela y El Calvario en sus inicios. Al año siguiente, en 1577, el 10 de agosto, parte de la comunidad regresa, iniciándose la construcción de un nuevo convento que se inaugurará un año después, en 1578, unos meses antes de que nuestro andariego asome por La Peñuela. Cuando nuestro fraile recala por el lugar, la comunidad carmelita ya se encuentra perfectamente constituida, con la Iglesia y el convento a pleno rendimiento. Mermado por el duro calvario espiritual sufrido, camino de su particular calvario terrenal, es esta, su primera visita, la primera de las numerosas ocasiones que tiene que pasar y detenerse por aquí camino a Castilla y regreso a Andalucía donde incansablemente vivió en un no parar


Y luego, el día de la Purificación de Nuestra Señora, primero siguiente que fue año de 1578 se mudó al Santísimo Sacramento de la iglesia antigua, que se hizo allí antes de que hubiera frailes, a esta nueva, para la cual mutación hicieron los de la villa de Linares grandes danzas y una procesión muy solemne, a la cual se halló la mayor parte de la villa de Linares con casi toda su clerecía y mucha música de Baeza y clérigos y caballeros de ella y predicó en esta fiesta el doctor Benito Sánchez, prior de Vilches. 8

Desde este momento y hasta 1591, La Peñuela y el frailecico quedan íntimamente ligados. Desde su primera visita y estancia, la comunidad carmelita es testigo de los trasiegos que le llevan de arriba para abajo. En La Peñuela siempre fue bien recibido y allí siempre se sintió feliz, vio como prosperaba el convento, siempre que recalaba participaba activamente en las labores propias conventuales e incluso se cuentan bastantes hechos extraordinarios, considerados milagros en su proceso de beatificación, que sucedieron en aquellos parajes.


Y allí, también en La Peñuela, enferma e inicia su último viaje hacia Úbeda buscando sanación, ya no regresará físicamente pero cuenta la tradición, que vuelve a su ermita querida durante la noche del trece al catorce de diciembre, mientras en Úbeda expiraba escuchando maitines agotado por la larga enfermedad que desde septiembre arrastraba. En ese preciso momento, en la ermita de La Peñuela, comienzan a tocar las campanas, los frailes, alarmados, bajan desde el convento y no dan crédito a lo que ven, su compañero, su fraile, su Santo, había regresado y decía misa en aquél primigenio oratorio, mientras un ángel instaba al silencio. Este conocido milagro de la bilocación, permanece reflejado justamente donde sucedió, en una obra de Sánchez Sola, precisamente la que ilustra la cabecera de este blog.


Desde entonces, el convento de Santa María del Monte de La Peñuela, quedó ligado a la vida del Santo andariego, con sus luces y sombras se mantiene hasta el 13 de agosto de 1768, fecha en que la comunidad de traslada al que había sido Colegio de los Jesuitas en Cazorla, tras negociar con Pablo de Olavide la cesión de las propiedades de La Peñuela para instalaciones necesarias que requería el proyecto fundacional de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena.


Aunque los Carmelitas Descalzos se marchan de La Carolina, y la Iglesia toma la advocación de la Purísima Concepción, nombrada Patrona de las colonias de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía, algunos Carmelitas, como Fray José de la Concepción, siguen prestando servicios en las colonias durante algunos años. Eso permite que la estela del frailecico permanezca viva entre los colonos y esta devoción hace que en 1769 se le nombre patrón de La Carolina, y años después, en 1782, se confirma la creación de la cofradía de San Juan de la Cruz, recibiendo una imagen encargada al escultor vallisoletano Manuel Adeba Pacheco para su veneración (durante muchos años atribuida erróneamente al italiano, traído por Carlos III, Francesco Sabatini). 9



1 Historias, leyendas y misterios carolinenses. Juan José Márquez García. Edición del propio autor..

2 La Carolina en el entorno de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena (I). Carlos Sánchez Martínez. Ed. caja Rural de Jaén. 1998.

3 Castillos y poblamientos en el marco de la batalla de las Navas de Tolosa. Águeda Castellano Huerta. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses nº 135 (7-1998). .

4 Historia eclesiástica del Reino y Obispado de Jaén. Francisco de Rus Puerta. 1634.

5 El origen del sitio de La Peñuela y su primer convento. J.M. Patón Crespo. Programa de festejos de San Juan de la Cruz. 2016.

6 San Juan de la Cruz en tierras de Jaén. Dámaso Chicharro. Universidad de Jaén. 2013.pp 86.

7 .../en el convento de la colina (El Calvario) había unos treinta frailes, y algunos eran viejos ermitaños de Sierra Morena que pocos años antes se habían unido a la reforma. Gerald Brenan. San Juan de la Cruz. Plaza y Janes editores, bolsillo. 2001. pp 69.

8 Con sola su figura. Escritos sanjuanistas. (1963-1989). Guillermo Sena Medina. La Carolina. Gráficas Ramírez. 1990.

9 La autoria de la desaparecida imagen de San Juan de la Cruz. Juan Manuel Patón Crespo, Ldo. en Bellas Artes y Javier Baladrón Alonso, Ldo. en Historia del Arte. 2013. Disponible en http://sanjuandelacruzlacarolina.blogspot.com/2013/10/la-autoria-de-la-desaparecida-imagen-de.html